sábado, 29 de mayo de 2010

PISPANDO UN POCO, de Many Aro Geraldes

Cada tanto (por ejemplo hoy), salgo al balcón imaginario situado arriba de mis ojos, debajo de mi frente, en diagonal a mis orejas, y pispeo lo que está pasando. Aunque uno siempre pispea, hay días que pispea más que otros. Otros días que no pispea nada o casi nada… (Días vacíos, se los recuerda como días malos). Y otro tipo de días… muchísimos, cientos, millonadas; todos buenos en general (para algunos, para mí, si no se pispea demasiado), divertidos, amenos, simpáticos, graciosos, bailarines, sonrientes, ¿alegres ya lo dije? Y así sucede la vida, transcurren los días, y siempre es viernes, como dice mi mamá. Y tiene razón, siempre es viernes también para mí… ¿será que en algo nos parecemos?...
Pispando, pispando y pispando, (palabra argentina si las hay), se va aprendiendo un poquito más (de eso se trata la cosa), se va entendiendo lo no entendido, se va creciendo y no de estatura, se van engarzando las piezas, se van dando vuelta las páginas... Pispando, pispando y pispando, mirándose sus propios ojos (en el espejo, no conozco otro método), se va pispando también por dentro, ¡lo más lindo! ¡Lo más sabroso! ¡Lo más divertido! ¡Lo menos común! ¡Lo más arriesgado! Pero cada tanto pasa (o mejor dicho, me pasa), y uno se pone contento, y uno sonríe, y uno duerme placenteramente y despierta placenteramente contento, y trascurre un día placenteramente hermoso. Hasta que llega otro placentero viernes más, y vemos que no es tan placentero. Es ahí, cuando le toco el timbre a mi vecina y le digo: - ¡Ché, asomate al balcón!

No hay comentarios:

Publicar un comentario