jueves, 25 de noviembre de 2010

LA CASITA CON MUCHA LUZ, de Many Aro Geraldes

Había una vez, una casita con mucha luz.
Por las ventanas se escapaban los rayos de sol, de adentro hacia afuera.
Cuando los que habitaban en ella cerraban las persianas, la luz escapaba por entre las maderas barnizadas de éstas.
De noche, mientras todos dormían, sus rayitos de luz iluminaban la camino, pues ese camino carecía de faroles, el afuera era demasiado oscuro.
Por los amaneceres…, la luz de la casita contagiaba al sol, así empezaba un nuevo día, todos los días.
Si al cielo se le daba por llorar, su luz se intensificaba más aún, entonces la lluvia comenzaba a disminuir, hasta secarse todo, y resplandecer lo mismo.
Pero esto no podía pasar…, no todo el tiempo. Las tierras, las flores, los arbustos, los lagos, los ríos, ellos, todos, necesitaban el agua. Casita, no resplandezcas tanto, tanto, tanto.
Duerme cuando sea de noche, llora cuando estés triste, permítete descansar cuando lo necesites, permítete no tener ganas alguna vez de encender tu luz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario