Evangelina, (o cualquier otro nombre) la linda, se asoma por
la ventana, los rayos de sol le rebotan en la cara…
Esperaba ver la lluvia, pero el cielo se le aclaró,
No comprende la sonrisa, si aún en su chiquita mejilla se
detuvo la última lágrima,
La de recién recostada en su almohada,
La que cayó cuando cerró su libro y lo apoyó en su mesa,
La que tenía el velador prendido, por tantas nubes.
La habitación ahora irradia brillo. La tela de su cortina tiñe
de celeste todo el cuarto, apaga la luz.
Sale, y el olor a pasto mojado le recuerda un día. En el que
ella lloraba y el sol salía.
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