jueves, 26 de agosto de 2010

SEGUIR JUGANDO, de Many Aro Geraldes

No sé qué pensar, por eso trato de no pensar, aunque sin pensarlo no dejo de hacerlo. Y no quiero jugar con las palabras esta vez…, con las ganas que tenía (de jugar digo), cuando más predispuesta estaba… me viniste a buscar, no sé si golpeaste la puerta de casa, o cómo fue, pero tuve que dejar lo que estaba haciendo, me quedé con las ganas de seguir jugando, igual que aquella tarde en lo de Cecilia, que viniste antes de la hora, y tuve que irme, ese día me agarraste desprevenida, descubriste el flequillo que me había cortado hacía una semana, que ocultaba tras la bincha (¿creí que nunca te ibas a dar cuenta?), mami también se enojó, pero yo ya tenía mi flequillo, igual que la Pepona rubia, o Pepota como dice Janice, o Yan Yoré como me llamo desde que tengo mi nariz de Payasa, y sigo teniendo flequillo, como ahora, que crecí un montonzazo, y trato de cuidarte tanto, como vos me cuidaste, como vos me cuidas. Me sorprendo de serlo (Payasa digo) (y utilizo la mayúscula), sospechaba otra cosa, pero me encanta, me enamoro de lo que descubro, todo me gusta, todo me divierte, tanto, disfruto, tanto; ahora te pido, no me busques todavía, es temprano, como aquella tarde, como aquellas tantas tardes, que Cecilia, que Silvina, “que” en la puerta de la matinée. Venime a buscar más tarde, dejame seguir jugando.

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